La brisa de las hojas de hierva
de Walt Wihtman.
El apoderamiento de Adolfo Bécquer,
reconstruyendo el romanticismo.
Podrían ser, versos escritos
para devolverle el sabor a tus labios;
Aun inertes, insensibles al abuso
de tu consumismo. Tu egoísmo.
Tus sin querer, reflejados al cielo
del inconformismo.
Como dijiste ayer: Ya no sirvo.
La verdad de tu preciado ser
yace bajo las estrellas, contigo.
En ataduras de cáñamo,
que te fumaste,
sin saber porqué.
Dime que hay de malo
en perecer; si ya no existes.
Que hay de malo
en existir; si ya pereciste.
Levanta la piel que cubre tus golpes,
este amanecer.
Deja que cure; La viva imagen de tus
errores.
Deja que fluya,
el amor.
Acercandote a su horizonte
sin querer alcanzarlo nunca.
Dejando que te atrape el.
Que su brillo nunca deslumbra
el plácido vuelo de tu libertad.
Planeando en la oscuridad
de tu inconsciencia.
Inocente y bella
obra de arte;
La de tu existencia.