Me vino el traje grande, al final.
Antes lo compro, antes me crezco.
Adiviné pronto los complejos enredos
de su tejeduría; Siempre por dentro.
Por fuera, no! Por fuera: puro. Limpio.
Luego “puro”, nunca más fue natural.
Y yo, confuso.
El posesivo me erosiono la piel.
Un oscuro juicio al ego perturbó
ese silencio tan mio;
Que nunca debió dejar de ser,
mi yo mas genuino.
Y yo, inquieto.
Me desequilibró el misterio del amor,
descubrí raudo la razón, en cada beso.
De tanto pararlo
termine confundiendo el tiempo,
olvidandome requerirlo; y requerirmelo.
Y yo, desnudo.
Atenea fue el paisaje, hacia mi nicho.
Olvide su historia. Construí la mía.
Arquitecto en la incertidumbre,
siempre fui mas fiel a la fantasía
que a la lógica.
Yo desnudo, inquieto y confuso.
Y yo, libre.