No es la torre
lo bonito del castillo;
Quizás los arboles
que lo rodean y pudieran
verse, desde ella.
No son sus grandes patios
los que enamoran;
Sino las peleas que en ellos
ocurren y los besos,
ocultos en lo mas oscuro
de sus mazmorras.
Ni sus grandes cocinas
importan;
Las comidas que en ellas
se sirven… demuestran
los ingredientes usados
en gestos e intenciones.
Sus rutinas.
No es por el precio.
Pues no pueden verse,
para comprarlos;
Solo amarles
para conocer los
colores que pudieran
verse
desde sus ojos;
Y mostrarle los tuyos.
La belleza,
del ser humano.